Uruguay: un país caro pero confiable para los inversores extranjeros

Uruguay: un país caro pero confiable para los inversores extranjeros

Campo Longley es un tambo ubicado en Progreso, Canelones, que se dedica a la producción de leche de alta calidad de vacas en un rodeo 100% Jersey, mediante pastoreo natural al aire libre. Como aspecto a destacar, sobre todo considerando la realidad del rubro, el 51% de los empleados son mujeres y el promedio de edad de ellos es de 29 años. La firma cerrará el año con una inversión de US$ 9,5 millones en dicho establecimiento.

David Dickinson es el vicepresidente de Campo Longley. Es británico, tiene 35 años y estudió sociología y literatura francesa en París. Sin embargo, supervisa y coordina desde 2017 todas las actividades que se realizan en Uruguay, sitio que se utiliza como incubadora para replicar a mayor escala aquellas buenas ideas en Inglaterra y Australia. “Lo que estudié no tiene nada que ver con el campo, pero es un negocio, tiene inputs y outputs”, comenzó diciendo Dickinson.

“Como empresa grande y de 70 años, tenemos el lujo de poder esperar, y regionalmente Uruguay tiene una ubicación clave”, expresó en entrevista con Rurales El País desde París, ciudad donde vive, si bien viene con frecuencia a nuestro país. “Uruguay es excelente para la cría de animales y la producción por sus tierras y su sistema productivo, pero es complejo sobre todo por los impuestos y los altos costos de importación de insumos: busca ser un jugador importante en el mundo pero internamente no es competitivo por los precios altos que tiene”.

Sin embargo, destaca que Uruguay es un país confiable, porque es un país bueno si “puedes esperar”. Esta fue la principal razón por la cual Longley Heritage aterrizó en Uruguay en 2009: “Mirás el mapa y ves a Brasil inestable, Argentina inestable, y al medio está Uruguay”, dijo Dickinson.

Campo Longley no se podría definir como un mega tambo, pero sí como un establecimiento modelo, trabajando con equipamiento muy moderno y apostando constantemente a la innovación tecnológica y la capacitación de sus recursos humanos, con una responsabilidad social empresarial fuerte en la zona de Progreso, donde está ubicado.

Sabina Gleicher, administradora de Campo Longley, dijo que en 2018 había un promedio anual de 195 vacas en ordeñe, pero hoy hay 222 animales y ya están ajustando a 250. “Pastorean todo el año, que es importante cuando vemos otras unidades de negocio del grupo en el exterior, si bien es la realidad del rubro uruguayo es información con un valor agregado importante para Inglaterra y Australia”, afirmó.

Lo mismo sucedió con el aumento de la producción anual medida en litros de leche. En 2018 se producían mensualmente 98.000 litros, pero al día de hoy, antes de la primavera, esa cifra escaló a 120.000 litros. También Campo Longley obtuvo la certificación en bienestar animal por una empresa uruguaya el año pasado. “David nos impulsó a validar lo que se hace acá, con la influencia inglesa, pero a los ojos uruguayos, y renovamos la certificación este año”, dijo Gleicher.

El recambio generacional es un gran desafío en el sector lechero. “Mis preocupaciones personales en el rubro pasan por el hecho de que los jóvenes no lo hacen más, no hay interés, y por la baja competitividad muchos ven como algo malo el hecho de heredar u ocuparse de una granja o un tambo”, expresó Dickinson. “Ser tambero es mucho más grande que lo que vemos acá, puede ser algo internacional, por algo sigo en este rubro”.

Respecto al empleo de los jóvenes, Gleicher dijo que el equipo es participativo, y se estimula que piensen y participen, y no solo que ejecuten. “También finalizamos una negociación con UTEC para traer un estudiante a través de un programa de ellos, vemos gente buscando soluciones”, expresó sobre este gran desafío que tiene el sector agropecuario, pero especialmente la lechería, no solo por la remuneración sino por el tipo de trabajo y la dedicación que requiere.

“En Campo Longley siempre hay un mínimo de 4 personas en una mesa para tomar decisiones, y los jóvenes no quieren ser un empleado más: quieren hablar, compartir con sus superiores, participar”, expresó Dickinson, agregando que Longley Heritage es una “familia” más grande, con participación en Inglaterra y Australia y donde eventualmente pueden existir transferencias internas.

Finalmente, el vicepresidente de Campo Longley se refirió al alto porcentaje de mujeres que trabajan en la empresa. “Mostramos que no es una moda, es una realidad. Hay mezcla de géneros y nacionalidades. No importa el tipo de trabajo, no me gusta que hayan trabajos bien vistos o mal vistos, hombres y mujeres tienen derecho a tener una experiencia interesante”, cerró.

Fuente: Rurales El País