Si callan a los periodistas, la sociedad pierde la posibilidad de ejercer sus derechos, afirman seis periodistas mexicanos

Si callan a los periodistas, la sociedad pierde la posibilidad de ejercer sus derechos, afirman seis periodistas mexicanos

México es uno de los países del mundo más peligrosos para el ejercicio del periodismo. Poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas es apremiante para garantizar la libertad de expresión y el acceso a la información de la sociedad.

En el contexto del Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, el Centro de Información de las Naciones Unidas en México en colaboración con Noticias ONU visitó seis estados del país que están identificados como algunos de los sitios de más riesgo y más afectados por la violencia contra periodistas y escuchamos a medio a docena de periodistas sobre cómo enfrentan esta situación.

Del año 2000 a la fecha, se han documentado 156 asesinatos de periodistas en México, de ellos 144 son hombres y 12 son mujeres. Al respecto, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha señalado que se trata de un récord doloroso para el país, que lo coloca como uno de los más peligrosos del mundo para los periodistas.

Patricia Monreal Vázquez es periodista dese 1996. Desde entonces ha desarrollado su trabajo cubriendo temas relacionados con derechos humanos, género, temas electorales y políticos en diversos periódicos y medios digitales. Es coautora del libro “Los Gritos de Morelia, memoria del terrorismo en Michoacán”, publicado en 2011.

De acuerdo con Patricia Monreal, la violencia contra periodistas se ha exacerbado desde 2006 cuando se dieron los primeros casos de desapariciones de periodistas.

“Y esto empezó a inhibir, empezó a silenciar, a generar autocontroles en los medios de comunicación. Tenemos el corte de 14 compañeros asesinados de 2006 a la fecha, seis compañeros desaparecidos. De ese universo, solamente en un caso hubo una persona detenida aquí en Michoacán”.

Ella asegura que esta situación, aunada a las condiciones laborales  y la falta de condiciones óptimas para el desarrollo han afectado la calidad periodística porque se privilegia sobrevivir.

“Sí hay un efecto inhibidor, sobre todo a nivel regional, y se están cerrando medios por las amenazas. Es una situación muy compleja porque involucra a las familias. Por ejemplo, con el asesinato del periodista Salvador Adame, ya lo habían enterrado y todavía el año siguiente su familia fue expulsada de su casa. Ni siquiera la muerte basta”. (ONU)