Rancho Cero entregó casas modulares a familias vulnerables en Paysandú

Rancho Cero entregó casas modulares a familias vulnerables en Paysandú

En la esquina de Proyectada 100 y calle Costa Rica, dos familias recibieron ayer las llaves de sus nuevas viviendas modulares. Se trata de la primera entrega local del programa Rancho Cero, una iniciativa de la organización católica Cireneos, que busca eliminar la extrema precariedad habitacional en Uruguay mediante soluciones transitorias, pero dignas. El evento, que tuvo una importante carga emotiva, congregó a autoridades departamentales, referentes sociales y religiosos –como el obispo de la Diócesis de Salto, Arturo Fajardo–, estudiantes misioneros del colegio Stella Maris (Christian Brothers) de Montevideo, y vecinos. En el predio, donde se alza una casa-contenedor verde oscuro, se escucharon palabras de agradecimiento, bendiciones, y se concretó la entrega formal de las llaves a las familias de Patricia y Joana, beneficiarias de esta primera etapa en Paysandú. “La idea de Rancho Cero es llegar a los lugares más difíciles, donde las familias viven en condiciones que nadie se merece”, explicó Juan Andrés “Gordo” Verde, sacerdote y uno de los impulsores del proyecto.

“No es que no trabajen, no es que no se esfuercen, es que a veces simplemente no alcanza. Por eso este trabajo en red es tan importante”, subrayó. El trabajo articulado entre Cireneos, el Liceo Francisco de Paysandú, los voluntarios misioneros del Christian y autoridades locales permitió concretar esta entrega, que simboliza mucho más que una mejora edilicia. “Hoy dos familias reciben la llave de su nuevo hogar modular. Y es hermoso poder compartirlo con todos ustedes”, dijo James Mc Cubbin, director ejecutivo de Cireneos. “Esto es posible gracias a una cadena de voluntades que se unen para hacer el bien”, dijo. El Liceo Francisco resultó ser clave en la identificación de las familias beneficiarias. “Dijimos: estas dos familias viven en condiciones muy difíciles y la solución de ustedes les vendría bárbaro”, relató Mc Cubbin. El liceo no solo las postuló, sino que continuará su acompañamiento.

“El Liceo sigue haciendo lo que sabe: educar. Nosotros complementamos con lo que sabemos: brindar vivienda”, sintetizó. Por su parte, el director del liceo, Alejandro Pérez, expresó su entusiasmo por participar en esta experiencia. “Nos puso muy ansiosos poder llegar a estas familias. Fue hermoso ver a todo el equipo –del Francisco, del Christian, de Cireneos– trabajar esta semana. Estamos súper felices con este broche particular para el tercer año de misión”, señaló. El momento más emotivo llegó con las propias voces de las familias beneficiarias. Conmovida, una de ellas expresó: “Estoy muy agradecida, muy feliz. Francisco nos ayudó muchísimo, mis dos niñas estudian ahí. Los muchachos que trabajaron en la casa son excelentes. No encuentro palabras para agradecer”. La otra familia también compartió su emoción: “Muy agradecido con toda la gente que ha ayudado. Que Dios los bendiga”.

Acompañamiento institucional

Desde el gobierno departamental, la secretaria general de la Intendencia, Cristina Zeni, y la encargada de la Unidad de Vivienda, Vanesa Rey, estuvieron presentes. “Llena de felicidad saber que dos familias que lo necesitaban hoy tienen un hogar digno. Cuando uno ocupa un cargo público, ya los colores políticos quedan de lado. Se trata de estar al servicio de la gente”, dijo Zeni. Rey destacó la importancia de proyectos que “trasciendan Montevideo” y lleguen al interior profundo. “Muchas veces las soluciones estatales no alcanzan o no aplican. Por eso, contar con esta articulación con Cireneos nos permite abordar situaciones que de otro modo quedarían desatendidas”, afirmó.

La bendición del hogar

El cierre del acto estuvo a cargo del obispo de la Diócesis de Salto, monseñor Arturo Fajardo, quien bendijo las llaves. “Que este encuentro sea como ese fogón que nos reúne, que nos saca del frío, que nos da vida y nos anima. Que ilumine no solo estas casas, sino el camino de todos los que trabajamos por una sociedad más justa”, expresó. Fajardo, definido por Verde como “cura gaucho, campechano, obispo criollo”, fue recibido con calidez por la comunidad local. Junto a él, participó también el sacerdote sanducero Guillermo Buzzo, quien hizo entrega simbólica de las llaves. “El padre Guille es como un comodín, un puente entre el Liceo Francisco, la comunidad y esta obra”, resumió Verde.

Una red que se expande

Rancho Cero ya ha trabajado con instituciones como la Fundación Pérez Scremini en Salto, y proyecta nuevas entregas en Rivera y Tacuarembó. La modalidad es siempre la misma: sumar esfuerzos locales, identificar casos de extrema vulnerabilidad y brindar, al menos, un primer paso hacia la dignidad habitacional. “Esto es apenas el comienzo”, señaló Verde. “Hoy entregamos una casa-contenedor. Mañana, tal vez, se pueda construir algo más. Pero lo importante es que nadie quede atrás”, añadió.

EL TELEGRAFO