Medidas de Trump contra Brasil dejarán secuelas permanentes, según exfuncionaria del gobierno estadounidense

Medidas de Trump contra Brasil dejarán secuelas permanentes, según exfuncionaria del gobierno estadounidense

Brasileña-estadounidense que más alto llegó en la jerarquía de la administración de EE UU, Jana Nelson ve impactos semejantes a los del apoyo de Washington al golpe militar.

Las acciones del presidente Donald Trump contra Brasil dejarán «secuelas permanentes» en la relación bilateral, opina Jana Nelson, la brasileña-estadounidense que más alto llegó en la jerarquía del gobierno de EE UU. Para ella, hubo una ruptura de confianza con impactos duraderos a causa de las sanciones y tarifas impuestas por Trump y las amenazas contra el gobierno brasileño y el Supremo Tribunal Federal. «De aquí a 20 años harán referencia a lo que está ocurriendo hoy, dirán: por eso no se puede creer en lo que dice el gobierno estadounidense.»

Nelson fue responsable de las relaciones con Brasil en el Departamento de Estado durante cinco años y llegó a subsecretaria de Defensa, cargo que dejó en enero, con la toma de posesión de Trump. Hija de estadounidenses, nacida y criada en Manaos, se mudó a EE UU tras graduarse en relaciones internacionales en la Universidad de Brasilia.

Como brasileña-estadounidense que trabajó tantos años en el gobierno de EE UU, ¿cómo se siente frente a esta crisis bilateral?
Primero, quisiera decir que lo que está ocurriendo ahora es inaceptable. El uso de una ley arancelaria de emergencia con fines coercitivos, el uso de sanciones como venganza, no es algo normal. Dicho esto, las consecuencias son reales y serán de largo plazo. Dediqué los últimos 20 años de mi carrera a esta relación bilateral, a traducir un país para el otro. Son países mucho más similares de lo que creen. Son grandes, con economías internas inmensas, con ambiciones internacionales, que se miran mucho el propio ombligo.

Históricamente, siempre hubo mucha desconfianza entre los dos lados. Yo creía que podíamos mejorar eso. Es un tema mucho más grande que yo, pero para mí también es emocionalmente difícil, porque lo que está ocurriendo dejará secuelas permanentes. De aquí a 20 años harán referencia a lo que está ocurriendo hoy, dirán: por eso no se puede creer en lo que dice el gobierno estadounidense.

¿Qué tipo de impactos podemos esperar?
Varios supuestos que teníamos sobre cómo se comportan los Estados Unidos, varias suposiciones que nosotros, los estadounidenses, teníamos sobre nuestro país y nuestro gobierno están siendo quebrados. El fin de la Usaid (agencia de ayuda externa de EE UU) es un gran ejemplo de ello. Siempre creímos en el libre comercio, en la globalización, y usar sanciones y tarifas de la manera actual cambia todo eso. Siempre buscábamos relaciones de beneficio mutuo, no apenas transaccionales o competitivas. Incluso si cambia el gobierno y tenemos un presidente más amistoso internacionalmente, las cosas no volverán a ser como eran. Los otros países no van a creer en nosotros, no van a querer trabajar con nosotros. Ya hay diversificación económica y de política exterior en Brasil y en varios países, porque existe ahora una sospecha incrustada en el sistema de que EE UU no es confiable.

Las autoridades brasileñas ni siquiera logran ser recibidas por integrantes del gobierno estadounidense para discutir las tarifas. ¿Qué podría hacer Brasil en términos de negociación? Algunos analistas afirman que se trata también de una reacción de Trump al Brics y a la idea de la desdolarización.
Trump tomó a Brasil como chivo expiatorio porque se ve reflejado en Bolsonaro. Quiere ayudar a un aliado que, en su percepción, pasó exactamente por lo mismo que él pasó. Es una oportunidad para que Trump vengue su propia historia. Ahora, claro, hay otros factores, y los analistas citarán varias otras razones. Pero, al fin y al cabo, Trump no está prestando tanta atención a la cuestión del Brics, a las sutilezas de los alineamientos geopolíticos. Para él, Brasil es un caso personal. Creo que Itamaraty eligió un buen camino, que es llevar el caso a la Organización Mundial del Comercio, un lugar legítimo aunque poco eficiente.

Se produjo la visita reciente de senadores, intentando crear vías de diálogo. Hay un esfuerzo al menos por decir: «estamos interesados en conversar con ustedes». Pero, aunque la situación económica requiere buscar el apaciguamiento, eso es muy difícil en el plano político. No hay mucha razón para que Trump disminuya la presión que él mismo creó. No veo ganancia política en intentar, en este momento, una reunión o llamada con Trump. Los líderes vieron lo que ocurrió con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y con el de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa [ambos fueron humillados en reuniones en la Casa Blanca]. El presidente Lula no quiere ponerse en esa situación, es completamente comprensible.

En su primer mandato, Trump impuso tarifas y después cuotas sobre la exportación de aluminio y acero, incluyendo las de Brasil. Después de algunos meses, las cuotas fueron flexibilizadas por presión de las siderúrgicas en Estados Unidos que compran acero brasileño. ¿Ve usted espacio para algo de ese tipo?
Sí, la presión de empresas privadas sería un instrumento viable de negociación. Otro instrumento que podría ser útil para Brasil es el movimiento en Estados Unidos de intentar limitar el uso de la International Emergency Economic Powers Act of 1977 (Ieepa) como justificación para el tarifazo. Hay un proyecto de ley que fue introducido en el Senado usando el caso brasileño como principal ejemplo. Si ellos tienen éxito en el Congreso, que actualmente no está controlado por los demócratas, eso resolverá el problema de Brasil y de muchos otros países afectados por la Ieepa.

Considerando que los republicanos tienen la mayoría en el Senado y en la Cámara, ¿es realista contar con la aprobación de esa ley?
El uso de la Ieepa va a llevar a un aumento de la inflación en Estados Unidos en algún momento. Hay muchos legisladores republicanos que no están a favor de esa política económica. Entonces, no hoy, pero quizás en seis meses, cuando los efectos de esa política tarifaria sean mucho más presentes en la vida cotidiana del ciudadano estadounidense, congresistas republicanos pueden decidir apoyar límites para la Ieepa.

¿Cuál es el reflejo de la crisis con Estados Unidos en la relación de Brasil con China?
Es natural que cualquier país, no solo Brasil, busque la diversificación de socios económicos, políticos y diplomáticos después de que Estados Unidos optara por esta «weaponization of interdependence» [convertir la interdependencia en un arma]. La consecuencia natural de todo esto es que, después de años buscando mejoras económicas y de calidad de vida a través de la interdependencia económica, ahora los países se vuelvan hacia la autosuficiencia. Hemos vuelto a una era económica mucho más parecida a los años 70, con la formación de campeones nacionales, con la nacionalización de ciertas industrias. Y, al mismo tiempo, reducir la dependencia de Estados Unidos.

Sin embargo, es necesario tener un poco de cuidado para no salir de una situación complicada y entrar en otra. La interdependencia económica de Estados Unidos puede ser peligrosa, pero la interdependencia económica de China también lo es. Es importante no dejar que el péndulo se vaya demasiado hacia el lado de China, porque eso generará dependencia económica de un país que tiene menos afinidad cultural y menos afinidad de valores, y que ha usado dependencias económicas con fines políticos.

Folha Internacional