Las cartas y la Carta
Actos pluralistas muestran que la democracia se ha convertido en la piel cívica de los brasileños.
Los movimientos cívicos de todo el país dejaron claro al aspirante a autócrata del Palacio del Planalto los límites no negociables de la democracia brasileña. Las elecciones periódicas, el respeto a sus resultados y la toma de posesión de los vencedores están inscritos en piedra en la Constitución de 1988.
En Largo de São Francisco (Facultad de Derecho), en la capital paulista, este jueves (11) se realizaron dos declaraciones de intransigencia con el orden democrático. Sindicatos, entidades empresariales y otros segmentos de la sociedad formaron un arcoíris de afiliaciones, convicciones y propósitos para reafirmar su compromiso común con los marcos civilizados de la disputa política, el Estado de Derecho y los Derechos Fundamentales.
Actos convergentes que apuntaron a resaltar las fronteras infranqueables por el autoritarismo erigidas por el régimen constitucional, y a reconocer la eficacia y confiabilidad del sistema electoral se celebraron en otras ciudades brasileñas.
Cuando el poder se concentra en un tirano o en un estamento, nada se garantiza a los súbditos, empezando por la vida y la libertad.
El respeto a las autoridades designadas para conducir las elecciones y la obediencia a las urnas son parte del acuerdo que está en la Carta, que las cartas del 11 de agosto hicieron muy bien en exaltar. (FOLHA INTERNACIONAL)