La panela, una dulce apuesta para que los indígenas sigan viviendo en la Sierra de Colombia
Nutritiva, rica y muy calórica, la panela ayuda a los arhuacos a combatir la desnutrición. La agencia de la ONU que combate el tráfico de drogas apoya a esta comunidad indígena a procesar la caña de azúcar de la que se extrae la panela, y darles así un medio de vida.
“Si en Estados Unidos no conocen la panela, qué comen?” Un indígena arhuaco de unos cuarenta años rompe el silencio con esta pregunta. Son las 7 de la tarde -en Colombia a esa hora siempre es de noche- y en los platos quedan algunos restos de arroz con huevo. Alguien toma un sorbo de agua de panela, un endulzante natural, y el ruido de los sapos y de los grillos se intensifica en la maloca. Nos encontramos en algún lugar de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo. La pregunta no es retórica pero no recibe respuesta. El tono de su sorpresa explica cómo la panela es una forma de vida para los más de 5000 arhuacos que residen en este mágico lugar en el norte de Colombia.
La Sierra Nevada de Santa Marta se conoce en Colombia como “el corazón de la tierra”. Es un paraje abundante en agua, de mañanas calientes y noches frías, con picos de más de cinco mil metros de altura cuyas nieves desembocan en el Caribe colombiano. Aquí los caminos no tienen asfalto y están marcados por las pisada de las mulas que se desdibujan a diario con las vespertinas lluvias tropicales.
Su tierra fértil, que hasta hace una década estaba repleta de coca y marihuana, hoy produce cacao, café y panela. La plenitud de la vida se expresa con un silencio sepulcral. Este es un santuario natural protegido por las comunidades indígenas, que hace apenas 15 años recuperaron lo que, basados en sus ancestros, dicen que les pertenece. “Ser arhuaco es cuidar la naturaleza, es tener el corazón en la Sierra, en el agua, en los árboles, en las lagunas y en la nieve”, explica Rogelio Mejía, representante legal de Asoarhuacos (Asociación de productores indígenas arhuacos).
Los arhuacos de la Sierra Nevada viven distribuidos en doce resguardos* ubicados a lo largo y ancho de los 17.000 kilómetros cuadrados de este parque Nacional Natural. El centro de todos ellos es el resguardo de Kankawarwa, el más cercano a un municipio pavimentado y el único con centro de salud y acceso a internet. “Aquí se toman todas las decisiones para los resguardos”, dice Rogelio quien fue gobernador de este.
A pesar de las distancias que las separa (llegar a algunos resguardos se tarda días), las comunidades indígenas trabajan de manera mancomunada y pensando en el bienestar general. Hoy, son varios los problemas que inquietan en Kankawarwa: las malas condiciones de las vías, la falta de acceso a centros de salud (de hecho, no todos han podido vacunarse contra el covid-19) y sobre todo el problema de desnutrición infantil. (Noticias ONU)