La orquesta de la reconciliación: al son de la paz

La orquesta de la reconciliación: al son de la paz

Con instrumentos musicales y a ritmo de vallenato, firmantes del acuerdo de paz y sus hijos, componen una nueva realidad en Colombia.

Son las 5:30 de la mañana y los acordes de una guitarra bien afinada hacen juego con el pintoresco canto del pequeño, pero poderoso ‘chamicero del Perijá’, un pajarillo endémico de la serranía que lleva su mismo nombre. Ambas, guitarra y ave, dan la bienvenida al día en la vereda Tierra Grata, del municipio Manaure, en el departamento del Cesar.

Las manos que hacen brotar la melodía vallenata son las de Obet David Aguirre Ríos. Tiene 23 años, es hijo de excombatientes de las FARC y hoy es uno de los líderes de la orquesta Son de Paz, uno de los proyectos musicales que más ha permitido la convivencia en comunidad.

“Son de Paz no es una escuela de música. Es un colectivo de liderazgo juvenil. Es un puente de reconciliación y paz entre excombatientes, familiares de excombatientes, víctimas y victimarios. Todos compartimos un mismo espacio en este proyecto. Aquí todos somos iguales”, dice, convencido de que no hay mejor manera de transformar el país, que a través del arte.

A pocas cuadras de la casa de Obet está Lionel Rueda. Tiene apenas ocho años de edad, pero con claridad afirma que la música lo es todo para él. Lionel canta y de manera increíble, con sus pequeñas manos, le da vida al acordeón.

Lionel también es hijo de excombatiente y hace un año hace parte del proyecto musical. “Es una oportunidad para que los niños aprendan de convivencia y amor”, afirma su mamá, Gabriela de La Hoz.

“¡Esos son los beneficios que trae la reconciliación que estamos construyendo entre todos!” cuenta emocionado Juan Eleiser Arias, director y representante legal de la Fundación Construyendo Sueños hacia la Paz, un proyecto creado para darle, a los jóvenes, oportunidades en temas como el cuidado del medio ambiente, liderazgo, música, artes y folclor, y ahí nace Son de Paz.

“La fundación Construyendo Sueños hacia la Paz tiene más de cinco años de estar legalmente constituida, tenemos más de 50 jóvenes y hace parte del proceso Son de Paz”, explica Juan Eleiser.

El proyecto tiene dos sedes, una en La Paz, en el citado departamento de Cesar y la otra en el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación, de Tierra Grata, vereda del municipio de Manaure, también en esa provincia.

Mientras mira a sus muchachos —como les dice de cariño—, Juan Eleiser recuerda que llegar hasta donde están, no ha sido una tarea fácil. Luchar contra la estigmatización y conseguir unión entre la población, son los principales retos, no obstante, está convencido de que este tipo de iniciativas, son las que aportan positivamente para alejar la violencia de su territorio y crecer como comunidad.

“Nosotros como comunidad y como fundación, hemos tratado de apuntarle a quitar esa estigmatización que tenían las comunidades aledañas con San José. Poco a poco, con estos procesos hemos logrado que se vea nuestro pueblo de una manera diferente para que no nos cuestionen por el pasado, sino que nos miren por nuestra cultura y emprendimiento. Nuestra gente es trabajadora, tenemos unos jóvenes que quieren salir adelante y quieren representar a su corregimiento de una mejor manera”, señala Juan Eleiser.

Cuando se le pregunta a Obet David por este tema, dice: “La mayor resistencia para creer en la paz ha sido el estigma. Por eso todos los días, junto a mi guitarra, quiero demostrar que la intención realmente es transformar el país y la sociedad. Al principio creían que nos íbamos a llevar los muchachos pa’l monte y yo les he dado a entender que no. Que lo que queremos, al contrario, es hablarles de paz, a través de la música”.

El trabajo dedicado que se viene adelantando en la Fundación Construyendo Sueños hacia la Paz, ha tenido ya varios reconocimientos, por ejemplo, están siendo apoyados por la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia y la fundación 24-0, del músico y compositor Cesar López.

Sin embargo, lo que más se reconoce es la transformación y oportunidades que están teniendo los jóvenes. Su empeño, dedicación y entrega, hacen que todo valga la pena, alejándolos de un pasado de violencia y de otros problemas latentes de la sociedad como el alcoholismo y la drogadicción. (Noticias ONU)