La Guerra no es un juego
No naturalicemos la violencia en los juegos infantiles
Un día en la escuela escuché la guerra, los disparos de las armas que sonaban como ‘tow tow tow’. Llegaron los soldados y se enfrentaron con los alumnos, yo me quedé escondida allí tres días. Mis padres vinieron a buscarme y nos quedamos en casa dos días. Había tanta tranquilidad que pensamos que el ruido no volvería. Pero cuando lo hizo, no quedó tiempo para pensar en qué ropa llevar”, cuentan Nyaboth y su hermana gemela de nueve años que huyeron de su hogar en Sudán del Sur, testigos de escenas de violencia y masacres.
De los 100 millones de personas refugiadas y desplazadas en el mundo, más de 36 millones son niños y niñas que huyen de la guerra, la violencia y la persecución. Se ven forzados a dejar su hogar, sus amigos, su barrio, su colegio y sus sueños, enfrentándose en plena huida a riesgos como la muerte, la trata de personas o la explotación sexual.
A este alarmante dato se suma que, de acuerdo a las estimaciones de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, cerca de 1.5 millones de niñas y niños nacieron en condición de refugiados entre los años 2018 y 2021.
Historias como las de Nyaboth y su hermana son claros ejemplos de que la guerra no es un juego. Sin embargo, la guerra y la violencia se encuentran naturalizadas dentro de la vida de los niños y niñas a través del uso de distintos tipos de armas de juguete y juegos virtuales. Mientras miles de niños y niñas juegan a la guerra, millones huyen para salvar sus vidas. Esta situación necesita de nuestra atención inmediata. Criar, educar y jugar desde la Paz, construir un discurso de respeto, igualdad y justicia será clave para que millones de niños y niñas tengan la oportunidad de acceder a un futuro mejor.
Los niños y niñas integran una población particularmente vulnerable, especialmente cuando los conflictos bélicos se prolongan en el tiempo. Según las últimas cifras de ACNUR, en los 11 años de conflicto e inestabilidad, de los casi 5,7 millones de personas de Siria que han encontrado seguridad en Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, casi la mitad son niñas y niños, mientras que un tercio tiene 11 años o menos. A su vez, de las más de 12 millones de personas desplazadas y refugiadas por la Guerra en Ucrania, el 90% son mujeres, niños y niñas. Pero debemos recordar que hay muchas más situaciones que no tienen tanta visibilidad, como lo que ocurre en Yemen, Somalia, Siria, Afganistán, Níger y Burkina Faso, donde los niños y niñas son mayoría entre las personas desplazadas internas. En tanto que, en Costa de Marfil, niños y niñas de hasta 4 años conforman la mayor parte de la población apátrida. Los números son alarmantes.
No podemos seguir ajenos al crecimiento exponencial de estas cifras. La paz es urgente y nos convoca a todos, los más chicos nos necesitan más que nunca. Por eso, en el marco del Día de la Niñez, desde Fundación ACNUR Argentina lanzamos una iniciativa para generar conciencia sobre los juegos a los que juegan nuestros niños y niñas. Creemos firmemente que LA GUERRA NO ES UN JUEGO y que la violencia en los juegos infantiles no puede naturalizarse. Es por eso que convocamos a la sociedad civil a tomar conciencia acerca de las decisiones de los juguetes que compramos, de alternativas lúdicas que incentivamos, a conversar sobre esto entre madres, padres, adultos a cargo y educadores, a sumarse a los Ponchos Azules y a firmar por la paz en apoyo a todos los niños y niñas refugiados y desplazados del mundo. (INFOBAE)