Japón perdió casi un millón de habitantes en un año, el mayor descenso de población en más de medio siglo
El país asiático perdió cerca de un millón de habitantes en 2024, según datos oficiales, lo que agrava la crisis demográfica y plantea desafíos inéditos para su economía y estructura social.
Japón enfrenta una crisis demográfica inédita en su historia contemporánea, marcada por un pronunciado descenso en la población, el envejecimiento acelerado y profundas transformaciones en su estructura social y económica. Nuevos datos publicados el pasado miércoles 6 de agosto por el Ministerio del Interior y Comunicaciones muestran que el número de ciudadanos japoneses se redujo en 908.574 en 2024 prácticamente triplicando el número de muertes sobre los nacimientos, lo que evidencia la gravedad de un fenómeno que se prolonga desde hace dieciséis años consecutivos.
Causas del descenso demográfico en Japón
La raíz del declive poblacional japonés es multifacética y tiene aspectos tanto sociales como económicos y culturales. Uno de los factores determinantes es la baja natalidad, con 686.061 nacimientos en el último año, la cifra más baja desde que existen registros en 1899. Por cada bebé nacido, fallecieron más de dos personas, lo que aceleró el ritmo de despoblación. Esta baja tasa de fertilidad se arrastra desde la década de 1970 y no ha logrado revertirse pese a numerosos esfuerzos públicos.
Las causas estructurales del fenómeno incluyen el alto costo de la vida, salarios estancados y una cultura laboral rígida que desincentiva la formación de familias. Muchos jóvenes tienen dificultades para acceder a vivienda y empleo estables, mientras que las largas jornadas laborales y la falta de políticas de conciliación vida-trabajo dificultan el cuidado y la crianza de hijos. Además, persisten roles de género tradicionales, que asignan a la mujer la mayor parte de las responsabilidades domésticas y de cuidado, desincentivando así la maternidad y limitando el apoyo institucional y familiar disponible.
Envejecimiento de la población y consecuencias sociales
Uno de los efectos más visibles y preocupantes del descenso demográfico es el envejecimiento acelerado de la sociedad japonesa. Actualmente, las personas de 65 años o más representan casi el 30% de la población, una proporción solo superada por Mónaco a nivel mundial. Al mismo tiempo, la población en edad laboral (entre 15 y 64 años) disminuye hasta situarse en torno al 60%, lo que eleva la carga económica y social sobre ese grupo.
Esta dinámica provoca una presión significativa sobre los sistemas de seguridad social y salud pública, con una base cada vez menor de contribuyentes para sostener pensiones y servicios médicos. El país experimenta también un aumento en el número de pueblos y aldeas despoblados: hay casi cuatro millones de hogares vacíos, reflejo del éxodo rural, el envejecimiento y la falta de relevo generacional. La soledad y el aislamiento social aumentan entre los adultos mayores, generando nuevos desafíos en salud mental, atención a la dependencia y cohesión comunitaria.
Infobae