Familias afganas pasan día y noche en aeropuerto de Brasil esperando refugio
Refugiados que llegan sin recursos ni contactos al país no tienen lugar para quedarse.
Son las 22h35 del lunes y la afgana Khalida Nasimi, de 28 años, comprueba si sus hijos duermen, les acaricia la cara y coloca cuidadosamente la manta sobre cada uno. El ritual, que une a las madres de todo el mundo cuando sus hijos duermen, lo sigue ella mientras Ahmad, 10, Sofia, 8 y Surab, 6, duermen en bancos en el entresuelo de la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de Guarulhos.
Khalida y su esposo, Mohammad Nasimi, de 31 años, llegaron a Brasil con sus tres hijos el viernes (8), después de meses de espera en Irán por una visa humanitaria. El martes por la mañana (12), le contaron su historia al periódico, en una mezcla de persa e inglés, con la ayuda de una aplicación de traducción y una videollamada con un intérprete.
Ese día había nueve afganos más en la terminal, esperando vacantes en algún albergue: tres mujeres, cinco hombres y un niño. La situación se está volviendo común entre los refugiados de esta nacionalidad, que recurren a la visa humanitaria brasileña para tener la oportunidad de salir del país dominado por los talibanes. No obstante, llegan sin conocer a nadie y con los recursos económicos agotados. (Folha Internacional)