El Vaticano inicia el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco
133 cardenales de 70 países estarán aislados del mundo exterior, abriendo el cónclave más diverso geográficamente en los 2.000 años de historia de la Iglesia Católica.
Mientras el Vaticano se prepara para elegir al sucesor del Papa Francisco, cardenales de todo el mundo se disponen a iniciar el secreto y centenario ritual del cónclave. Los 133 cardenales de 70 países estarán aislados del mundo exterior, sus teléfonos móviles serán entregados y la conexión celular alrededor del Vaticano será bloqueada para evitar cualquier tipo de comunicación hasta que elijan a un nuevo líder para la Iglesia católica de 1.400 millones de fieles.
El Papa Francisco nombró a 108 de ellos, eligiendo a muchos pastores a su imagen y semejanza de países como Mongolia, Suecia y Tonga, que nunca antes habían tenido un cardenal. Se abre así el cónclave más diverso geográficamente en los 2.000 años de historia de la fe.
La decisión del difunto Papa de superar el límite habitual de 120 cardenales electores e incluir a otros más jóvenes procedentes del sur del mundo, a menudo países marginados con menor peso económico, ha inyectado un grado inusual de incertidumbre en un proceso siempre lleno de misterio y suspense.
Muchos no se habían visto hasta la semana pasada y lamentaron necesitar más tiempo para conocerse, lo que plantea interrogantes sobre cuánto tiempo podría tardar un hombre en asegurarse la mayoría de dos tercios, u 89 papeletas, necesaria para convertirse en el 267º Papa.
Una misa final, luego ‘extra omnes‘
El proceso del cónclave comienza a las 10:00 con una misa en la basílica de San Pedro. El decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, preside la misa, que pretende ser una oración para que los cardenales encuentren la sabiduría, el consejo y el entendimiento para elegir a un nuevo pastor digno.
A las 16.30, los cardenales entrarán solemnemente en la Capilla Sixtina, entonando la meditativa Letanía de los Santos y el himno latino Veni Creator, implorando a los santos y al Espíritu Santo que les ayuden a elegir un Papa.
Una vez allí, se comprometen a mantener en secreto lo que está a punto de suceder y a no permitir que «ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención» de personas ajenas influya en su votación.