El reciente regreso de Rusia a América Latina
La amenaza indirecta hecha por el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, cuando la crisis en Ucrania se intensificó en enero de 2022, de que su país no podía descartar el despliegue de fuerzas militares en Venezuela y Cuba, enfatizó los riesgos estratégicos que plantea la posición de Moscú en el hemisferio occidental.
A primera vista, la credibilidad de que Rusia despliegue capacidades militarmente significativas en esos dos países es dudosa, como lo señaló el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan. En el contexto de la movilización de tropas a gran escala de Rusia en su frontera con Ucrania y en otros lugares, su capacidad militar y presupuestaria para sostener simultáneamente una presencia militar significativa en el hemisferio occidental es cuestionable y probablemente sería contraproducente en su capacidad militar, económica y diplomática para lograr los objetivos de una operación militar en Europa.
Sin embargo, no es la primera vez en la era posterior a la Guerra Fría que Rusia ha tratado de utilizar amenazas militares en América Latina cuando se le desafía en su entorno cercano.
En el año 2008, durante el conflicto promovido por los separatistas respaldados por Rusia en Georgia, Moscú desplegó por primera vez bombarderos con capacidad nuclear Tu-160 en Venezuela, seguidos más tarde por cuatro buques de guerra. Posteriormente, Rusia volvió a enviar sus bombarderos Tu-160 a la región en el año 2013, cuando Estados Unidos y la Unión Europea presionaron dicho país por su apoyo a las fuerzas separatistas en Ucrania, y por tercera vez en el año 2018. De hecho, durante este último despliegue, el Gobierno ruso declaró su intención de establecer una base aérea en la pequeña isla venezolana de La Orchilla.
Incluso si la más reciente amenaza de despliegue militar de Rusia no es creíble, el país sigue siendo una potencia armada nuclear con la capacidad de representar una amenaza estratégica real, aunque limitada, para los Estados Unidos al operar en este hemisferio. En los últimos años, Rusia ha impactado estratégicamente en América Latina y el Caribe a pesar de sus limitados recursos y capacidades de proyección de poder militar convencional. Lo ha hecho a través de una combinación de amenazas selectivas, actividades militares y comerciales, así como operaciones de guerra de información, todas ellas aprovechando principalmente una coalición de regímenes antiestadounidenses en la región. (INFOBAE)