El peronismo empezó su duelo por Cristina Kirchner: entre la negación y el temor

El peronismo empezó su duelo por Cristina Kirchner: entre la negación y el temor

En el PJ se resisten a aceptar la decisión de la vicepresidenta de no ser candidata a nada. Entre el operativo clamor y el miedo a una catástrofe electoral.

Al presidente Alberto Fernández y al intendente de Ensenada, Mario Secco, los diferencia el cargo, los modos, el origen y la forma de vivir su vínculo con Cristina Kirchner. En ambos, existe la misma distancia que hay entre un adepto y un fanático. Pero ambos están conectados y empatados en la misma sensación que atraviesa a todo el peronismo: ninguno acepta que la vicepresidenta cumplirá, efectivamente, su palabra de no estar en las boletas del 2023.

Como si fuera la primera etapa del duelo que describió la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross, las voces en el PJ coinciden en negarse a aceptar la pérdida que representa el anuncio que hizo Cristina Kirchner después de la condena a seis años de cárcel e inhabilitación perpetua que recibió en la Causa Vialidad por corrupción con la obra pública de Santa Cruz.

No es sólo la difícil digestión de su frase de que no será candidata a nada”. Es la sensación de vértigo y ausencia de un punto de referencia capital para todo el sistema político, pero sobre todo, para el Frente de Todos. Hasta el miércoles pasado, Cristina Kirchner era el alfa y omega de los cálculos políticos de la frágil e inestable alianza de gobierno. Pero su decisión parece empezar a trastocarlo todo.

En el libro que dio origen al modelo Kübler-Ross, se advierte que el duelo no necesariamente se refiere al fallecimiento de un ser querido, sino que puede aplicarse a rupturas personales, laborales y de otros vínculos. Allí se indica que la negación es la primera etapa de ese derrotero que incluye la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. En ese circuito, parece, entró el peronismo.

La incredulidad la comparten, en off the record y públicamente, la primera línea de oficialismo. Pero también hay un descreimiento generalizado en la oposición. La duda es hasta qué punto hubo un cálculo, una estrategia o, en sentido contrario, un arrebato emocional por el impacto de la sentencia que le hizo decir aquello que no debía.

“La política no es solamente ocupar un cargo. No es solamente ser presidente, Vicepresidenta, senadora, o diputada. Es poder enhebrar ideas. Transmitirlas. Que haya gente que las reciba, que las sienta. Ayudar a interpretar y a decodificar. ¿Qué es ser un dirigente? Dirigente no es un lugar formal. Ser dirigente es poder mirar un poco más allá y decir “la historia va por allá, hay que hacer esto; es por allá, es por allá”. Eso no lo voy a perder nunca. No podré ser presidenta, no podré ser legisladora, no podré ser vicepresidenta. Pero opinar, decir lo que me parece que hay que hacer para salir y para construir un país mejor para nuestra gente, eso no voy a renunciar nunca”. (INFOBAE)