El Brasil independiente encoge en 200 años y sigue sin rumbo
Texto sobre la economía de Brasil en los últimos 200 años es parte de la serie Frente e Verso, que tiene como objetivo discutir errores y aciertos en la trayectoria del país en este período e indicar perspectivas futuras.
l 7 de septiembre de 2022, Brasil celebrará el segundo centenario de su independencia de Portugal, menos, en términos económicos y relativos al mundo, de lo que ha sido en los últimos dos siglos.
En el primer centenario, en 1922, mientras se realizaba una impresionante exposición internacional en Río de Janeiro, entonces capital federal, y se discutía en profundidad el futuro, el país se preparaba para crecer aceleradamente, consolidándose, en la década de 1980, como una de las diez economías más grandes del mundo.
El bicentenario, sin embargo, se desarrolla en un contexto de estancamiento que se prolonga desde hace cuatro décadas y de relativo retroceso del país en el contexto económico mundial. No hay un proyecto a largo plazo y las condiciones demográficas que impulsaron gran parte de los avances del siglo XX están prácticamente agotadas.
En retrospectiva, es posible considerar que el crecimiento de la población brasileña y la transición del campo a las ciudades en el siglo pasado fueron protagonistas en el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto), no el dinamismo económico y las ganancias de productividad que impulsaron otras economías. , especialmente la norteamericana y, más recientemente, la asiática.
A diferencia de países que hoy son más competitivos, Brasil en los últimos 200 años se ha caracterizado por mantener una economía cerrada, con muy poca participación en el comercio internacional, y fundamentalmente patrimonialista, sin gran distinción entre empresas públicas y privadas.
Al bloquear la modernización económica, el proteccionismo y el patrimonialismo fueron decisivos, en opinión de historiadores y economistas, para mantener a Brasil como uno de los países con mayor concentración de renta del planeta a lo largo de la historia reciente.
Según el Informe de Desigualdad Global (2022), de la Escuela de Economía de París, el 10% más rico de Brasil capta el 58,6% de los ingresos y el 80% de la riqueza acumulada, muy por encima del promedio mundial. Protegidos de la competencia externa por el mísero 1,1% de participación en los flujos comerciales globales, de acuerdo con la Organización Mundial del Comercio, y favorecidos por el Estado a través de subsidios, reformas parlamentarias y contratos multimillonarios, algunos estratos de la sociedad siguen apropiándose de buena parte de los riqueza nacional. .
Según el especialista en estudios de población José Eustáquio Diniz Alves, profesor durante dos décadas en la Escuela Nacional de Ciencias Estadísticas del IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística), después de la independencia, y durante 160 años, Brasil fue una nación emergente a nivel internacional, con un fuerte crecimiento demográfico.
«Desde la Independencia, con pocos episodios de retroceso, Brasil comenzó a crecer por encima del promedio mundial. Pero fue entre 1930 y 1980 que dimos un salto en el crecimiento ‘demoeconómico’, con la población aumentando 3,3 veces [de 37 millones de habitantes a 121 millones] y el PIB, 18,2 veces», explica Alves. (Folha Internacional)