Donald Trump y su “presidente favorito”: Javier Milei

Donald Trump y su “presidente favorito”: Javier Milei

¿Puede ser el principio del fin del socialismo woke?

Hay momentos estelares en la historia que provocan profundos cambios de rumbo. Por alguien que dejó la puerta abierta de Kerkoporta cayó Constantinopla en 1453, marcando la caída del Imperio Romano de Oriente y el fin de la Edad Media. La caída de la ciudad puso fin a más de mil años de historia bizantina y simbolizó un cambio trascendental en el equilibrio de poder en Europa y el Mediterráneo.

Hace pocos días, Donald Trump obtuvo una resonante victoria en los EEUU quedándose con la presidencia y la mayoría del Senado y de la Cámara Baja. ¿Podrá esto significar un impulso para la consolidación de la reforma liberal en Argentina y extenderse por Latinoamérica?

Trump, aun antes de asumir, ya está revolucionando Washington. Con las designaciones de figuras como Marco RubioElon Musk Vivek Ramaswamy, el presidente electo apuesta a reducir el gasto y recuperar los principios de libertad individual, apuntando a desmantelar lo que él llama el “deep state” estadounidense. Esta selección de líderes refleja un enfoque ambicioso hacia la transparencia gubernamental, la eficiencia y la defensa de las libertades.

Como secretario de Estado, Rubio, será una pieza clave en la política exterior de esta nueva administración. Aunque históricamente ha defendido el libre comercio, Rubio ha adaptado su postura, alineándose con la agenda proteccionista de Trump para hacer frente a los desafíos que plantea China. Trump ha prometido imponer aranceles contra China y ejercer un control más estricto sobre las tecnologías de interés estratégico. Al mismo tiempo, ha lanzado advertencias a México para que controle el flujo de inmigrantes ilegales. Estas políticas son controversiales: aunque pueden justificarse desde una perspectiva de seguridad nacional, el proteccionismo tiene antecedentes históricos negativos, como se vio durante la Gran Depresión de los años 30. A largo plazo, estas restricciones pueden debilitar los principios de libertad económica y competitividad, e incluso incrementar las tensiones internacionales.

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