El diputado de Brum advierte sobre Casupá: «Si se arrasa con montes, se tendrá que reforestar»

El diputado de Brum advierte sobre Casupá: «Si se arrasa con montes, se tendrá que reforestar»

En la interpelación al ministro de Medio Ambiente, el diputado Dr. Horacio de Brum cuestionó la gestión del Ministerio de Ambiente respecto a las obras de la represa de Casupá, poniendo el foco en la falta de balances social y ambiental del proyecto. El legislador, que se presentó sin un discurso prearmado, basó su intervención en tres puntos clave: la confusión sobre la protección del monte nativo, las implicaciones de la declaración de un área natural protegida y la ausencia de una participación ciudadana genuina.

La polémica sobre el «monte indígena»

De Brum inició su alocución aclarando un punto crucial: en la legislación uruguaya, no existe el concepto de «monte nativo», sino el de «monte indígena», protegido por la ley 15.939 en su artículo 24. Este tipo de bosque es considerado un «bosque protector» y su tala está prohibida, salvo excepciones justificadas. El diputado subrayó que la competencia para regular y multar la tala de estos bosques no recae en el Ministerio de Ambiente, sino en el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

Se refirió a ejemplos notorios, como la multa millonaria impuesta en Canelones a una empresa por arrasar un monte indígena para sembrar soja. Por lo tanto, exigió que el Ministerio de Ambiente presente un plan alternativo si se planea sacrificar las 420 hectáreas de monte indígena en Casupá. En este sentido, recordó la figura de la forestación obligatoria que la ley impone a quienes talan estos bosques y que puede incluso derivar en la expropiación del bien. De Brum advirtió que no se puede tomar a la ligera la tala de estos montes, ya que son interdependientes con otros recursos naturales, como el suelo, que podrían verse afectados.

Áreas naturales protegidas: ¿limitación al derecho de propiedad?

El diputado manifestó sus dudas sobre la necesidad de declarar un área natural protegida en el entorno de Casupá para preservar la calidad del agua, como se ha argumentado. Expresó su preocupación por el impacto que esta medida tendría en los pequeños y medianos productores rurales. Al declarar un área protegida, se limitaría el derecho de propiedad, ya que se impondría un plan de manejo y un administrador sobre esas tierras.

De Brum comparó esta situación con el artículo 70 de la ley de colonización y advirtió que esta limitación disminuiría el valor de la tierra, afectando directamente a los propietarios. Hizo un llamado a los productores a ser conscientes de esta realidad y a estar atentos a las decisiones del ministerio.

Comunicación vs. Participación ciudadana: Un déficit estructural

El legislador cuestionó la afirmación de las autoridades del ministerio sobre una supuesta «comunicación» a los vecinos de Casupá en 2016, argumentando que «comunicación no es participación». Señaló que la participación en temas ambientales en Uruguay es meramente una formalidad y no una práctica efectiva. Recordó que Uruguay ha ratificado el Acuerdo de Escazú, un tratado internacional que promueve la participación pública en temas ambientales. Sin embargo, lamentó que, a pesar de la existencia de instancias de audiencia pública, estas son «meras formalidades».

Para ejemplificar una verdadera participación, citó la reciente opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la emergencia climática, en la que participaron cientos de actores, incluyendo estados, comunidades, organizaciones civiles y empresas. A su juicio, el proyecto de Casupá carece de lo que los argentinos llamaron «aprobación social» en la época de la instalación de Botnia.

De Brum concluyó su intervención denunciando que al proyecto de Casupá le faltan los «balances ambiental y social», ya que no se han medido los impactos ni se han definido acciones para la comunidad que se verá afectada. Criticó que lo único que parece tener un balance claro es el económico, y describió el proyecto como «semipléjico» y «rengueando», al carecer de una visión integral. Tras la interpelación, el diputado finalizó con una frase contundente: «A veces mejor el silencio que las palabras».

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