Fracasa el arranque de la estrategia europea de captura de carbono: altos costes y oposición local

Fracasa el arranque de la estrategia europea de captura de carbono: altos costes y oposición local

Sus elevados costes, la oposición de los locales y los problemas técnicos amenazan la viabilidad de la apuesta multimillonaria de la Unión Europea para descarbonizar su industria pesada.

La estrategia europea de captura y almacenamiento de carbono (la conocida como CAC) comienza con mal pie. La UE había fijado unos ambiciosos objetivos para la misma: 50 millones de toneladas anuales de CO₂ para 2030 y 280 millones en 2040. Pero los proyectos desarrollados hasta ahora sugieren que el paso de la teoría a la práctica están fracasando.

La CAC pretende capturar el CO₂ de los emisores industriales, licuarlo, transportarlo y almacenarlo bajo tierra en yacimientos de petróleo o gas agotados o en acuíferos salinos. En la actualidad, solo hay cinco proyectos de CAC operativos en Europa, que capturan un total de2,7 millones de toneladas de CO₂ (MtCO2) al año. De ellos, 1,7 MtCO2 (63% del total) corresponden al procesamiento de gas natural en Noruega, que está fuera de la UE.

Así pues, la estrategia exige construir desde cero una compleja red de infraestructuras con un coste considerable. La Comisión Europea ha dicho que Europa podría necesitar 19.000 km de gasoductos de CO₂ de aquí a 2050 para cumplir este objetivo. Estos planes podrían costar a los contribuyentes hasta 140.000 millones de euros de aquí a 2050, según el Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero. Pero una investigación conjunta de varias redacciones europeas muestra que los problemas recurrentes de costes y cuestiones técnicas amenazan ya el éxito de tres grandes proyectos de transporte y almacenamiento de CO₂ que reciben ayudas de la UE.

La estrategia climática del CAC, en entredicho

La actual estrategia climática de la UE depende en gran medida de la captura y almacenamiento de carbono, una tecnología que las empresas petroleras y gasísticas ven con buenos ojos, pero que históricamente ha fracasado a la hora de cumplir sus objetivos. Hasta 2023, los gobiernos y las empresas habían gastado más de 83.000 millones de dólares (73.000 millones de euros) en proyectos de CAC en todo el mundo, según ‘Bloomberg’. Pero ese mismo año, la tecnología solamente capturó en torno al 0,1% de las emisiones mundiales.

Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), este enfoque «unidireccional» podría dejar de lado otras herramientas de descarbonización, como la expansión de las energías limpias y la mejora de la eficiencia energética. Un ejemplo es la industria del cemento, donde las subvenciones públicas apoyan la CAC para reducir las emisiones, en lugar de investigar medios para reducir directamente el CO₂ durante el proceso de fabricación.

La investigación conjunta de ‘IRPI’, ‘Follow the Money’, ‘L’Humanite’ y ‘Mondiaal Nieuws’ analiza tres proyectos subvencionados por la UE. Los proyectos analizados -Northern Lights en Noruega, Pycasso en Francia y Callisto en Francia e Italia- son tres de los 14 proyectos seleccionados por la Comisión Europea como Proyectos de Interés Común (PIC), pero ponen de manifiesto los problemas a los que se enfrentan los esfuerzos por ampliar la CAC en todo el continente.

Euronews