Sobrevivir rodeados de trincheras en Orijov, a 45 kilómetros del frente: «Esta es mi tierra, no voy a marcharme»
En la carretera de Mariúpol a Zaporiya, eje de avance natural de los rusos, un 10% de la población de esta localidad ucraniana no ha huido. Resisten rodeados de barricadas y explosiones.
A mediodía se escucha con nitidez el golpe sordo de la artillería rusa pegando no muy lejos, hacia el oeste. Dos impactos, el tercero… Otro más. Es verdad que el suelo no tiembla, pero se oye y se ven bien las columnas de humo. «Mire, solo pedimos una cosa, que abran las farmacias. Entiendo que es costoso, pero vea qué clase de gente quedamos aquí: personas mayores, débiles… Yo me he quedado con mis gatos y no hay de nada. Solo hay un médico, ni hospital ni farmacias, y las farmacias deben funcionar sin excusas ¡Señor presidente Zelenski, tiene que hacer que abran!». Es la plaza central de Orijov, a 70 kilómetros de Zaporiyia viniendo de Mariúpol, territorio natural del avance ruso, y quien habla es Katerina, de 77 años.
Se expresa mucho y muy deprisa, las bombas no van con ella, ha colocado un puesto en la calle con unos paquetes de café molido, huevos, tres tiestos, una saca de tabaco a granel y como si estuviera esperando a que empezara una feria. Con la particularidad de que en el pueblo, con sus buenas avenidas y sus monumentos, 14.000 habitantes antes de esto, apenas queda un alma y si acaso se deja caer algún soldado buscando algo para poder liar cigarrillos. (abc)